viernes, 5 de febrero de 2010

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Se hundía cada vez que le pasaba eso, no lo entendía.
Su piel se enfriaba durante días, y le removía hasta el alma. Lo malo de todo aquello, era que pasaba a menudo, los mal de amores.
Quién sabe si fue por qué se recuperaba rápido de las caídas, o por qué en realidad era el dolor lo que le daba morbo. Aunque no se daba cuenta de que si seguía viviendo de esta manera, moriría y perdería las ganas de luchar y de vivir.
Nunca conseguía nada de lo que se proponía, y como no le importaba seguía así, sin recuperar los fracasos, sin éxitos, sin sonrisas.
Ella era una persona demasiado complicada, muy intensa, espiritual e inteligente. Por eso nunca encontró al chico adecuado que pudiera corresponderle adecuadamente.
Pobrecita, qué mala suerte.

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